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“Porque tuve hambre y me distéis de comer”

| Oficina Nacional/I. Vallecillo

A más de 4 meses que la Pandemia del Covid-19 inició en nuestro país, las necesidades, el dolor y el sufrimiento de las y los salvadoreños en condiciones de vulnerabilidad, han venido en incremento. Esta situación se vio agravada en el mes de junio, a consecuencia de los estragos que provocaron las tormentas y depresiones tropicales Amanda y Cristóbal. (Ver informe campaña en Chalatenango)

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Las acciones solidarias de muchas personas, para responder a las diversas necesidades, no se hizo esperar. La Iglesia Católica hizo lo propio; Parroquias en todo el país empezaron a activarse poco a poco, llevando alivio a los más necesitados. Cáritas de El Salvador, se sumó a estos esfuerzos, para responder a estas condiciones de emergencia, con su campaña Ayúdanos a Ayudar. A un poco más de dos meses de haber iniciado esta campaña, la solidaridad fraterna ha aliviado el sufrimiento de muchos.


La campaña, con sus distintivos locales particulares, pero con un rasgo común: el deseo de motivar la solidaridad entre hermanos, ha dado importantes resultados. Una de las Caritas Diocesanas que, con su campaña local, llegó a decenas de familias y distintos albergues (en el momento de las lluvias) es la de Chalatenango. Ahí la respuesta solidaria de familias menos afectadas se volcó a través de las parroquias respondiendo al llamado de su Obispo y sacerdotes. Las necesidades provocadas por la pandemia, y aunque las lluvias menguaron, los efectos de ambas emergencias siguen presentes. “La ayuda se ha venido distribuyendo según las necesidades que se han ido presentando, repartiéndose a personas afectadas por la emergencia sanitaria provocada por el COVID, así como a los afectados por las lluvias”, explica Jorge Eduardo Alvarenga, Técnico de Proyectos de Cáritas en la Diócesis de Chalatenango, quien estuvo a cargo de coordinar las ayudas recibidas y su respectiva entrega en aquél departamento.

 

 


WhatsApp Image 2020 07 22 at 11.57.51 AMEn la jurisdicción de la Diócesis de Chalatenango, fueron apoyados 3 albergues donde se resguardaron muchas personas afectadas por las lluvias. En estos lugares unas 42 familias recibieron alimentos, kits de limpieza, ropa y más; ayuda que Cáritas recibiera de parroquianos y que la institución hizo llegar oportunamente. Las personas afectadas por la pandemia también fueron y están siendo aún apoyadas, comparte Alvarenga, “aproximadamente se ha llegado a 250 familias distribuidas en diferentes municipios, digo aproximadamente porque mucha gente llegaba a la oficina de Cáritas, solicitando alimento y en la premura se les entregaban, pero no era posible llevar un registro de su procedencia”, comparte este técnico que junto a sus compañeros, no escatimaron ningún esfuerzo para aliviar el sufrimiento de sus hermanos, llevando la ayuda hasta donde se necesitaba.


comunidad Pedro Díaz San Francisco Morazan1“Nosotros trasladamos la ayuda hasta las parroquias más afectadas y ahí los líderes que saben las necesidades las hacen llegar a las familias más afectadas previamente identificadas”, agrega Jorge, “algo que me sorprendió fue que aún algunos afectados dieron su ayuda para otros afectados”. “Se vio que como iglesia y parroquia fomentando la unidad nos volvemos una cadena muy fuerte que nos ayuda a ayudar a los que lo necesiten y a pesar que requirió esfuerzo de trabajo en horas largas, sin dias de descanso, se hizo con toda buena voluntad. La gente ayudó de lo poco que tenía. Incluso algunos afectados compartieron. Cáritas tuvo esa fuerza para ser el canal entre las parroquias que dieron ayuda y las que necesitaban. La participación del Obispo, los sacerdotes y el Director de Cáritas en Chalatenango, fue clave”, así recuerda los momentos más difíciles vividos en las últimas semanas, Jorge Alvarenga agente de pastoral, miembro de Cáritas en la Diócesis de Chalatenango.

Comunidad Quitasol Cantón el Coyolito

 

 

Para Jorge en estas emergencias se ha hecho un milagro: “Se cumple la multiplicación de los “panes” y lo que el profeta Elías le dijo a la viuda “la harina y el aceite no se te acabarán”. Sentimos que algo milagroso ha pasado, porque la ayuda se ha multiplicado, porque aún seguimos compartiendo y repartiendo la ayuda ahí donde se necesita. Sabemos que esto no ha terminado, pero estamos fortalecidos y con la disposición de seguir”, finaliza así su relato Jorge.