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La REMAM a los gobernantes y al pueblo salvadoreño en el día mundial del agua.
La Red Eclesial Ecológica Mesoamericana REMAM en el marco del día mundial del agua envía un mensaje a los gobernantes del país y al pueblo salvadoreño en general. (ver comunicdo completo). El agua es nuestro sagrado derecho. 1. Sobre el día mundial del agua. En el marco de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo, realizada en Río de Janeiro, Brasil, en 1992. La Asamblea General de la ONU adoptó la resolución para que el 22 de marzo de cada año fura de declarado Día Mundial del Agua, siendo 1993 el primer año de celebración. El objetivo fundamental de celebrar el día mundial del agua es para recordar que el agua es un derecho humano indispensable para la vida; también el día mundial del agua es para hacer conciencia que existen en el mundo 2 200 millones de personas sin acceso a agua potable.
2. La iglesia comprometida con el derecho humano al agua. Como leemos en el libro del Génesis, el agua está en el comienzo de todas las cosas (cf. Gn 1,2); es «criatura útil, casta y humilde», fuente de la vida y de la fecundidad (cf. San Francisco de Asís, Cántico de las Criaturas). En la Laudato Si, el Santo Padre nos dice: “Toda persona tiene derecho al acceso al agua el mundo actual (cf. Enc. Laudato si’, 30; Enc. Caritas in veritate, 27). Es doloroso cuando en la legislación de un país o de un grupo de países no se considera al agua como un derecho humano. Más doloroso aun cuando se niega este derecho humano. Es un problema que afecta a todos y hace que nuestra casa común sufra tanta miseria y clame por soluciones efectivas, realmente capaces de superar los egoísmos que impiden la realización de este derecho vital para todos los seres humanos. Es necesario otorgar al agua la centralidad que merece en el marco de las políticas públicas. Nuestro derecho al agua es también un deber con el agua. Del derecho que tenemos a ella se desprende una obligación que va unida y no puede separarse. Es ineludible anunciar este derecho humano esencial y defenderlo —como se hace—, pero también actuar de forma concreta, asegurando un compromiso político y jurídico con el agua. En este sentido, cada Estado está llamado a concretar, también con instrumentos jurídicos, lo indicado por las resoluciones aprobadas por la Asamblea General de las Naciones Unidas desde 2010 sobre el derecho humano al agua potable y al saneamiento. (Papa Francisco)