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El sufrimiento de nuestras poblaciones migrantes ha aumentado en los últimos años: Es una migración forzada y desprotegida.
Son muchas las causas de la migración de nuestros países, pero las más determinantes son “la desigualdad y la pobreza, a consecuencia de situaciones socioeconómicas, socioambientales y socioculturales que se expresan en el desempleo, la ausencia de servicios básicos, la degradación ambiental, la crisis climática y la marginalización de grupos étnicos, así como la inestabilidad política”, son algunas de las reflexiones realizadas por quienes participan en el Encuentro de Obispos y Referentes de Refugio y Migración junto con el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral de la Santa Sede.
Una de las principales consecuencias de la migración forzada en los países de origen es “el debilitamiento de la familia”, consideran y se constata dicen, en que desde el 2020 uno de los elementos que más atienden “nuestras acciones pastorales es la atención psicosocial de las familias y las consecuencias que está teniendo la partida de una o dos personas o grupos enteros de familias”. Así mismo expresan que otra consecuencia grave es la que lleva al debilitamiento del desarrollo local, “estamos quedando con poblados en donde el recurso humano se ha debilitado”, luego de que emigran principalmente jóvenes.
“Las vejaciones que en su recorrido tienen que vivir los migrantes que van en tránsito está teniendo consecuencias muy dolorosas llegando inclusive a la desaparición (trata de personas, esclavitudes, etc.) y la muerte”.
En este encuentro se ha considerado que a partir del 2015 ha habido una modificación de los flujos migratorios. Ellos consideran que actualmente existen 4 corredores: el destino (México, Estados Unidos y Canadá); el migratorio más amplio (que se está constituyendo en el más peligroso que va desde el tapón del Darién hasta la frontera de México), el del Caribe y el corredor sur-sur.
Por su parte el representante de la Conferencia Episcopal de Estados Unidos, Mons. Mark Seitz considera que la “Iglesia tiene un gran papel para cambiar la actitud de miedo en los países receptores hacia las personas que llegan, que sepan que los que vienen no son una amenaza sino personas que pueden mejorar la sociedad, la economía en Estados Unidos, que son personas en un 99 por ciento buenas”.
La reunión que se realiza en San Salvador del 21 al 25 de agosto se realiza bajo el lema “Libres de Elegir si Migrar o Quedarse”.