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“TIENDE TU MANO AL POBRE”
El aislamiento provocado por las características de la pandemia del COVID 19 ha generado además de la separación “física”, hambre y múltiples problemas sociales, emocionales y psicológicos. La Iglesia Católica, por medio de Cáritas, fiel a su mandato ha procurado estar atenta, en la medida de sus posibilidades a acompañar a los más vulnerados en su dignidad.
El proporcionar víveres ha sido uno de los aspectos cubiertos. En el mes de agosto y gracias a la solidaridad de los clientes de los supermercados Price Smart, 841 familias (unas 4,250 personas), recibieron una canasta con 2 libras de arroz, 2 libras de azúcar, 2 libras de frijoles, 2 paquetes de espagueti, 2 botellas de aceite, 1 bolsa de sal, 2 bolsas de café, 2 libras de harina de maíz, 2 bolsas de salsa, 2 bolsas de sopa instantánea, 1 bolsa de leche y 2 latas de sardina.
Las familias a las que se les proporcionaron los alimentos se ubicaban así: 100 en la Diócesis de San Miguel, 100 en la Diócesis de Santiago de María, 100 en la Diócesis de San Vicente, 100 en la Diócesis de Chalatenango, 150 en la Diócesis de Sonsonate, 200 en la Diócesis de Santa Ana; 35 en la Parroquia San Francisco de la Arquidiócesis de San Salvador y 6 fueron repartidas de manera directa a personas que solicitaban ayuda a través de la oficina nacional de Cáritas.
Aunque la alimentación de las familias es sin duda una de las prioridades, también existen otras necesidades que deben ser cubiertas. Por ello, gracias a la solidaridad del mismo personal de la oficina nacional de Cáritas y de otros corazones generosos que dieron su aporte económico, otras 124 familias recibieron cada una $25.00 (veinticinco dólares americanos).
“Es importante escuchar el sufrimiento que tienen las personas y sentir con ellos la incapacidad que sienten de no poder cubrir lo que necesitan es valioso para ellos y enriquecedor para mí”, explica el técnico de Cáritas en la Diócesis de San Vicente, Adán Figueroa. “Es la oportunidad de ser un instrumento en Cáritas para llegar a los que lo necesitan. Alguien me decía para mí este dinero me sirve para comprarle la leche a mi hijo de1 año, porque no he podido salir a trabajar y mi cultivo que acabo de sembrar se me perdió. Es importante poder estar ahí para acompañarles”, agrega Figueroa.
Por su parte el coordinador administrativo de la Oficina de Cáritas, Oscar Guerra considera que “las necesidades siempre estarán por encima de nuestras capacidades, pero dentro de nuestras posibilidades y gracias a la confianza de las personas y cooperantes en Cáritas, hemos podido aliviar en algo las necesidades de nuestros hermanos”. 80 familias que recibieron el efectivo están ubicadas en la Arquidiócesis de San Salvador y 44 en la Diócesis de Zacatecoluca, explicó Guerra.
Tanto en el caso de los alimentos, como del dinero, las familias fueron seleccionadas, considerando sitios donde aún no había llegado ninguna otra ayuda, así como que sean familias altamente vulnerables.
La proximidad, solidaridad y amor durante la pandemia, es algo que debe fomentarse, nos ha dicho el Papa Francisco. Por ello Cáritas, en el marco de su campaña “Ayúdanos a Ayudar” además de estar pendiente de las necesidades materiales también ha promovido el acompañamiento espiritual, emocional y psicosocial por medio de los 40 agentes de pastoral que, en un proceso continuo, durante los últimos 3 años, habían venido siendo preparados para acompañar a personas víctimas de la violencia y otras afecciones psicosociales. Así en 10 parroquias de la Arquidiócesis de San Salvador, 2 de la Diócesis de San Vicente y con la congregación de las hermanas de la Asunción en la Diócesis de Chalatenango, se ha estado brindando acompañamiento a personas que han sufrido de ansiedad, síntomas depresivos y otras afecciones provocadas por los efectos derivados de la pandemia del COVID 19.
Una pandemia de esta magnitud no es nada fácil y la formación recibida me ha permitido aprender a controlarme y ayudar a otros, pues he tenido que atender casos donde las personas vienen con miedo e incertidumbre. Me ha ayudado a mí a mi familia y a otros fuera de mi familia”, dice Josefa Orellana de la O, agente de Pastoral de la parroquia San José Las Flores de la Arquidiócesis de San Salvador. “Yo avisé en mi Facebook que estaba disponible para dar acompañamiento y no se imagina la cantidad de gente que quería venir. Tuve que habilitar un espacio en mi casa para recibirlos con todas las medidas de bioseguridad. Así fui dando acompañamiento en un principio, luego cuando se elevaron los contagios, lo he hecho por WhatsApp, video llamadas o Messenger. Lo satisfactorio es que vienen con angustia, pero luego que empezamos a conversar, cuando terminamos se van más tranquilos”, explica Orellana, al compartirnos su experiencia de acompañamiento durante la pandemia.